Un Mandala es un pequeño mundo en sí mismo, un concentrado de energía de la naturaleza y de la forma en que crea a todos los seres.
La forma circular nos evoca al infinito porque es una línea que continúa constantemente.
Los colores forman un lenguaje que produce paz a quién los mira porque nos conecta con lo que eramos ancestralmente, un alma universal.
Los planetas, las frutas, las flores, las piedras, los árboles responden a una forma de construcción mandálica, partiendo de un centro los elementos de la naturaleza se expanden circularmente, así mismo como los seres vivos, nuestra esencia se expande formando un círculo que nos contiene, el mandala es en sí, la vida misma.
Eleonora Tugues Plaza.