Historia del municipio

Edad Moderna (Siglos XVIII - XIX - XX)

En cuanto a la reconstrucción de la historia del Municipio de Reocín durante los siglos XVIII, XIX y XX, hemos recurrido a los legajos conservados entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Santander. De la documentación revisada se ha logrado extraer información de diversa índole para momentos muy puntuales de los siglos que nos ocupan.

En una memoria de 1901 se dice que “El Ayuntamiento de Reocín (…) data de 2 siglos, lo forman los pueblos de Golbardo, Barcenaciones, Quijas, Valles, Elguera, Reocín, Pte San Miguel, Villapresente, Cerrazo, San Esteban, la Veguilla, Mercadal y Sierra Elsa (…) Y fueron agregadas al verificarse la supresión de los abadengos en principios de siglo los de Caranceja y La Busta. Así queda constituido hasta el año 1864 que se segrega La Busta pasando a Alfoz de Lloredo y en 1891 lo hicieron Mercadal y Sierra Elsa, agregándose a Cartes. De modo que en la actualidad lo forman 12 entidades”.

Gracias a otros documentos, hemos podido probar en el Municipio de Reocín la existencia de enfermedades epidémicas en la segunda mitad del siglo XIX, tales como el cólera, la viruela, el tifus exantemático y la gripe, ante las cuales el Ayuntamiento ordenó una serie de medidas higiénicas, tales como el uso de desinfectantes y de cal en los cementerios, la asistencia médica, la limpieza de las cabezas y de los cuerpos de los pobres de la localidad, la vacunación y revacunación del vecindario, el saneamiento de las escuelas, la desinfección de la ropa con formol o vapores sulfurosos, etc…

Otras enfermedades, más comunes y menos peligrosas de las que se hacen eco los documentos son los reumatismos, las fiebres gástricas, la gastroenteritis, la amigdalitis y el catarro intestinal.

Por otra parte, también hemos hallado en el Archivo información acerca de la población del Municipio de Reocín, en este sentido debemos señalar que, en el año, 1649, la inmensa mayoría de los vecinos pertenecían a la hidalguía, y que tán sólo existían por aquel entonces 88 pecheros (es decir, personas obligadas a pagar o contribuir con un tributo a su señor). Esta situación es general en el norte peninsular, pero con el tiempo, mucha de esta población hidalga pierde su estatus porque no puede mantener el modo de vida noble (entre cuyas prerrogativas se encontraba el rechazo a trabajar con sus propias manos en oficios plebeyos).

El clero secular (cuya preparación académica era muy pobre debido a que las posibilidades de estudios estaba limitada a una escasa minoría con poder económico), se vió sometido a examen a principios del siglo XVIII por parte del arzobispo de Burgos D. Francisco Navarrete y Ladrón de Guevara, quien calificó a parte de estos clérigos como bebedores, amancebados, o ambas cosas, llegando alguno de ellos a perder su licencia de cura.

En cuanto a los pobres, “En 1868 se hizo un estudio demostrativo del número de pobres que hay en esta demarcación municipal. En total 180 (que no contribuyen al erario, que viven de un salario eventual, que su sueldo es menor que el de un bracero, que son parientes de un vecino pobre y viven con él, expósitos que disfrutan de beneficencia, que están acogidos en los Hospicios, o que sean desvalidos). Estos pobres necesitan médico y farmaceútico”.

Debido a una estadística propuesta por la Diputación Provincial en 1838 con fines de conocimiento de la riqueza rústica, urbana, pecuaria, industrial y comercial, sabemos que en el Municipio de Reocín se disponía en aquel año de 10.387,5 carros de tierra labrantía, y de 12.465 carros de prado para pasto. En otro documento de 1846, consta que “Este Ayto tiene 15 pueblos y 31 montes, a saber, 17 comunes y 14 del Estado. Su extensión superficial es aproximadamente de 16.793 carros. Existen 30.140 árboles. El producto de los rendimientos asciende a 2220 reales”.

El aprovechamiento de los montes comunales, es decir la corta de madera para las viviendas y el frío estaba estipulado tal y como podemos comprobar en varios documentos, por ejemplo, “La corta y demás ejercicios del aprovechamiento incluso la extracción de los productos del monte se harán en el plazo X que empezará a contarse desde la fecha de la licencia que expide el ingeniero para dar principio a las cortas”. En relación con el aprovechamiento maderero, y ya en la primera mitad del siglo XX,se han conservado cartas de particulares solicitando al Ayuntamiento, el alquiler de terrenos comunales para plantar eucaliptos: “Al Ayuntamiento. El que suscribe, vecino de Puente Sanmiguel(…) está resuelto a verificar una gran siembra y plantío de eucaliptus y otros árboles maderables (…), hube muy parecido (…) el terreno comunal (…)”.

En cuanto a la reconstrucción de la historia del Municipio de Reocín durante los siglos XVIII, XIX y XX, hemos recurrido a los legajos conservados entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Santander. De la documentación revisada se ha logrado extraer información de diversa índole para momentos muy puntuales de los siglos que nos ocupan.

Las especies cultivadas en 1939, en orden según la mayor capacidad de terrenos dedicados a ellas, eran el maíz para grano, las judías asociadas a éste, la remolacha forrajera, la col para forraje, las judías en vega, la alfalfa, el tomate, la calabaza y el tabaco. En 1938, y debido a los Planes de Sementeras elaborados por la Junta Local Agrícola del Ayuntamiento de Reocín, encontramos una estadística de la maquinaria agrícola existente en el dicho término municipal, en la que podemos comprobar que había arados de vertedera, arados de balanza, sembradores de tracción, trillos ordinarios, trituradores de grano, corta forrages, y desgranadores de maíz. En cuanto a los árboles frutales, decir que, en 1939, se plantaban, en orden de preferencia, manzanos, perales, melocotoneros, guindos, cerezos, ciruelos, castaños, higueras, nogales, morales, limoneros, avellanos, naranjos y albaricoqueros.

Entre los documentos también encontramos referencias, ya en 1906, de un matadero municipal en Reocín, donde los animales eran sacrificados para el consumo humano, bajo unas condiciones de seguridad y de higiene buenas. No obstante, también ha quedado registrada la existencia de un matadero clandestino en casa de algún vecino que mataba sus reses para vender la carne entre sus vecinos.

También hemos encontrado documentos referidos a los productos alimenticios básicos de la población del Municipio de Reocín en 1906, según su precio en pesetas de menor a mayor: vino, pan, harina, patatas, leche, pescado fresco, azúcar, carne fresca, pescado salado, aceite, huevos, manteca de cerdo, carne salada, legumbres, embutidos y café.

Por último, vamos ha hacer referencia al puente principal del Municipio de Reocín, el Puente de San Miguel, debido a los numerosos documentos de la segunda mitad del siglo XVIII que se hacen eco de los defectos y de las reformas de dicha obra de ingeniería. Dicho puente “era el passo mas necessario que havia en esas montañas assi para conducir todos los bastimentos que salian de las Costas para esta nuestra Corte Como para otras muchas Ciudades Villas y lugares de ambas Castillas (…)”, debido a su mal estado, producto de las crecidas del río, eran imprescindibles unas costosas reparaciones que los propios reyes cargaban, a los vecinos del lugar, una vez leída su carta, con dicha orden, en Concejo abierto.

Scroll al inicio